Sunday, September 13, 2015

Oralidad, escritura y producción de conocimiento: comunidades de “pensamiento oral”, el lugar de los etnoeducadores y la etnoeducación

Introducción

“La vocación de la palabra está cifrada en su capacidad para desatar la luz, amansar a los lobos, invocar libertades y hacer del fardo de recuerdos, tradiciones vivas e inmarcesibles” (Ramos, 2006).

La escritura ha sido superpuesta por el mundo occidental y/o occidentalizado sobre la oralidad; en tanto ésta última no tiene un lugar de relevancia en los sistemas académicos y científicos. De manera exagerada algunos autores como Philip Clapham han planteado la tesis de “publicar o perecer”, situando la escritura como únicas maneras de ser reconocidos en el mundo académico. La escritura para publicar,  particularmente en el contexto universitario, constituye un factor determinante en el ascenso y la visibilización del profesorado. Aunque, es importante manifestar que hay tendencias en las últimas décadas que han desentrañado la relación entre la oralidad y escritura, inicialmente, desde la literatura y la lingüística pasando a otras disciplinas como la antropología, etc.

La oralidad es subalternada al igual que las comunidades que se inscriben en ella o que encuentran una relación histórica estrecha con la oralidad. Comunidades de pensamiento oral: centenares de pueblos en Asia, África, América, Oceanía, etc. En este orden de ideas, cuando se hace referencia a la escritura y la oralidad desde occidente, se plantea en un orden vertical en el cual la escritura posa de superior ante la oralidad. Lo que devela formas históricas como occidente se ha relacionado con los otros pueblos, relaciones de poder-control y dominación. Occidente como el ideal de humanidad, sociedad, progreso y desarrollo evidenciado en el contexto colombiano y en la relación maestro, escritura y producción de conocimiento.

En los últimos años sistemáticamente se ha planteado una demanda más al maestro, la cual vincula procesos como: investigar y publicar, que se concretizan en la imposición del canon de la escritura académica como única forma de producción de conocimiento, en tanto desconoce las múltiples formas a través de las cuales los maestros y maestras desde sus prácticas pedagógicas generan saberes, conocimientos y pasan el lugar de reproductores de los saberes y el conocimiento. De igual manera, se ha instituido la escritura en la escuela con un carácter de obligatoriedad homogenizante que no considera las voluntades, el deseo, la formación y las necesidades de los sujetos (maestros) y los contextos; dado que las condiciones para la escritura son precarias o nulas y la producción de conocimiento no necesariamente debe pasar por la escritura. La escuela y la condición de los maestros y maestras han sido trastocadas por múltiples demandas provenientes de la ciudadanía, los gobiernos de turno y el Estado en el marco de la globalización. Entre las demandas más recientes se encuentra la escritura académica relacionada estrechamente con la demanda por la investigación y la publicación como única forma de producción de conocimiento, por tanto, la única forma para el maestro logran reconocimiento y estatus en la institucionalidad y en la sociedad.

Ante el carácter pluriétnico y multicultural del país surge la etnoeducación como nueva opción pedagógica, la cual pluraliza la categoría maestro.  En este marco de ideas, se da lugar a diferentes actores o sujetos como figuras de autoridad y saber en el contexto escolar. Es decir, la etnoeducación reconoce el carácter de maestro no solo a quien recibe en la escuela la licencia para formar, sino que por ser una reivindicación fuertemente política vincula chamanes, curanderos, abuelos y abuelas, cantaores y cantaoras y sobre todo líderes y lideresas de las comunidades, todos inscritos mayoritariamente en el pensamiento oral.

Por consiguiente, la demanda por la escritura desconoce y postra comunidades milenarias que han producido conocimientos, forjado memoria e identidad desde el pensamiento oral. Desde esta perspectiva, se aplazan y subalternan las demandas de las comunidades étnicas colombianas por una educación pertinente, acorde con sus cosmovisiones, historias y culturas, lo que se convierte en un atraso para  la transformación del sistema educativo colombiano, el cual debe ser pensado en plural. Es decir, responder al carácter pluri-étnico y multicultural de la nacionalidad colombiana. La escritura en relación con la producción de conocimiento es euro-centrada, jerárquica y excluyente.

Sin embargo, aunque la imposición de la escritura por un lado desconozca las comunidades de pensamiento oral, se convierte en una posibilidad de gran importancia para el sustento de la memoria y la identidad de los pueblos afrocolombianos e indígenas, potencia el pensamiento y la construcción de conocimiento y memoria para las comunidades. La escritura y la oralidad han dialogado a través de la historia de la humanidad, por tanto, no puede haber un rompimiento y menos una superposición de una sobre otra. Se propone, entonces, un encuentro entre estas dado que sistemáticamente la grafía ha permeado el pensamiento de las comunidades, lo cual se convierte en una potencia; puesto que se conjugan dos formas de ordenar y producir conocimiento y pensamiento que pueden desarrollar la capacidad creativa e imaginativa de los sujetos y de fortalecimiento de la memoria-identidad.

La relación escritura y oralidad es problemática porque constituyen formas de pensamiento diferenciado, jerárquico y excluyente; por consiguiente pensar la escritura en comunidades de pensamiento oral puede convertirse en una manera de desplazar la cosmovisión de las comunidades y la institución de otro ser de tipo colonial, porque la escritura y la oralidad representan el mundo de manera radicalmente distinta. Aunque en la colonización y los procesos de consolidación de los Estados nación, las comunidades y pueblos de ascendencia africana y aborígenes, son situados en el lugar de la oralidad, pues, los esclavizadores privaron a éstas comunidades de la educación, de sus prácticas culturales, el reconocimiento de su historia, sus deidades y estratégicamente su lengua. La desarticulación de las lenguas, desarticulación de sus mundos, iniciando por someter bajo cadenas a la renuncia  del nombre original. De esta manera, la oralidad se convirtió en una estrategia de supervivencia: una forma de poder ser ellos y ellas mismas, recreando su pensamiento, cosmogonía, deidades, prácticas, los recuerdos de la ya lejana África. Se organizaban política y socialmente para resistir y liberarse. La oralidad, entonces, se convirtió en una práctica de libertad.


Finalmente, hoy es necesario encontrar o construir formas o dispositivos alternativos para salvaguardar la memoria-identidad; porque la oralidad-sola, también supone riesgos-posibilidades, en tanto que pude tergiversarse y transformarse, o desaparecer de la memoria-identidad de los pueblos. Aunque la transformación se entiende como una posibilidad porque las identidades no son estáticas y la memoria no es solo pasada, la memoria está también en las recuperaciones del pasado y en las construcciones del presente. Aunque la oralidad ha sido una agencia de resistencia y re-existencia de las comunidades, hoy las imposiciones del capitalismo, neoliberalismo y el desplazamiento forzado amenazan la prevalencia de prácticas ancestrales y cosmogonías.

Visitar: www.sankofa2010.jimdo.com 

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